Ilustración – Infante Don Luis
Propuesta de ilustración y microrrelato para una iniciativa de Aedas Home para recordar y resaltar la historia de Boadilla del Monte.
En la ilustración represento al infante Don Luis, escribiendo una de sus famosas cartas de amor. La estancia representa uno de los salones del palacio de Boadilla del Monte, y aparece rodeado de todo los que hizo de vida una vida singular. Su afición a la botánica, a los animales exóticos, a la literaturas, las artes, y la música…porque esas notas blancas, casi invisibles pertenecen al reconocidísimo minueto de Boccherini.
Y este fue mi cuento:
«MI QUERIDA…
Nací hace ya unos años, no importa ahora mismo cuántos. Mi estirpe, personas importantes con muchos posibles, quiso desde aquel día lo mejor para mi. Dios los proteja muchos años, pero orgulloso he de decir, que no dieron una. Y qué suerte la mía, porque así, os puedo contar ahora mi verdadera historia.
Nunca me vi agraviado por la necesidad, mas allá de los infructuosos deseos de mi parentela para que yo, un hombre hecho y derecho sentara la cabeza. “Esa es tu obligación”, me decían. “¡Sólo nos causas profundo enojo y sinvivir!” me decían. Para ellos, que creen que todo hombre piadoso de Dios ha de casarse, era imposible ocultar su malestar cada vez que les venían con el cuento. “Que si ya está otra vez en el jardín”, “que si ha sustituido las rosas por petunias”, pero digo yo, habiendo tantas flores bonitas, cómo quedarse con una. Disoluto me llamaban los malintencionados. Picaflor hubiera sido un término mas apropiado, botánicamente hablando.
Por eso el día que les dije que había encontrado el amor de mi vida después de años a la deriva, del placer casi se les sale la conjuntiva. Perdón, pero hablar de amor saca el poeta que hay en mi.
Monogamia, ¡qué palabreja! ¡Alma perpleja y mejillas bermejas!
Éste soy yo, un hombre enamorado. Conocerla me ha cambiado. He aprendido a amar cada estancia, cada amanecer y cada aroma de su piel. Y cómo le cantan los pájaros en primavera. Pienso que no habría mejor regalo que poder morir bailando en sus brazos. Juntos para siempre.
Después de todo, mi hermano no se equivocó, encontré el amor. Pero a pesar de sus intentos por casarme, no se llamó ni Mariquita, ni Antoñita, ni María, se llamó y se llama Boadilla, para mi, mi querida Boadilla.»